martes, 24 de julio de 2007

La Ferrería de Aranzate


FUERO DE LOS FERRONES, 1328



La de Aranzate fue una ferrería de las más importantes de Irun y la última en silenciar su martinete hacia la primera mitad del siglo XIX Una de las primeras citas que tenemos de esta ferrería se remonta a 1476 fecha en la que aparece como propietario D. Pedro de Urdanibia cuyo linaje representó a una de las familias más influyentes de Irun. Años más tarde, la explotaban ya los Aranzate, junto con el molino del mismo nombre, laborando al amparo de la contigua casa-torre. Los Aranzate, representaron un linaje de arraigo y privilegiada posición económica en la época, hoy sin embargo, es un apellido desaparecido de Irun.

Nuestra ciudad, ha supuesto siempre, un referente en la industria siderúrgica, tanto en su aspecto extractivo como en su posterior transformación. Ello le ha llevado, en ocasiones, a estar a la cabeza de los pueblos mineros y ferrones de nuestra provincia, mantuvo siempre en activo un importante número de cotos mineros algunos, incluso, de relevante importancia: Belbio, Meazuri, San Narciso, etc. En ellos hay excelentes muestras de galerías, de época romana, medieval y moderna, cuyas explotaciones han durado hasta mediado el s. XX. Se extraían, principalmente, óxidos, hidróxidos y carbonatos de hierro, así como sulfuros: Galena argentífera, (mineral de Plomo con Plata), Blenda. (mineral de Zinc) y Calcopirita (mineral de Cobre)

Diseminadas por los diferentes barrios mineros y a orillas de sus regatas, Irun siempre contó con un buen número de ferrerías en las se forjaba un excelente hierro, cuya fama estuvo sobradamente acreditada. La Villa llegó a tener, en diferentes épocas, hasta diez de estas industrias que representaban, en cierto modo, el índice de desarrollo, industrialización y comercio de un pueblo, pues incidían, directamente, en su forma de vida, ya que eran varios los gremios que de una u otra manera estaban directamente relacionados con su trabajo.

La economía dependiente de estas industrias, no solamente afectaba a los empleados propios de una ferrería, que además del maestro ferrón podía llegar a tener hasta media docena de obreros "mayores", dependiendo del tamaño de la misma, el número de martinetes y de ruedas etc. Había también otros gremios directamente relacionados con ella, como eran: los menaqueros o mineros, leñadores, carboneros y los boyeros que en último extremo se encargaban del transporte. El hierro en bruto: lingotes y barras, o bien su producto final elaborado, eran objeto de comercio con otras provincias como las castellanas, Navarra o Francia. Los herreros, también fueron un importante gremio que dependieron de las ferrerías para recibir la materia prima en forma de barras y llantas con las que luego, ellos, elaborarían en sus talleres diferentes piezas y herramientas.


Principalmente desde la Edad Media, la creciente demanda de herramientas, herrajes y otros elementos, fabricados en hierro y acero multiplicó la producción de este metal, acrecentando una nueva industria y una economía, que aportó un cierto auge al desarrollo de Irun. Un importante referente de lo que supuso en nuestra comarca la industria ferrona lo atestigua la concesión del “Fuero de las Ferrerías,” documento de capital importancia que salvaguardaba los derechos y privilegios de [ ...] arrendadores y señores de las ferrerías de Oyarzun y de Irun Eranzu (sic), [ ...] para que les fuesen guardados sus derechos y usos e costumbres]. Otorgado por el Rey Alfonso XI en Burgos, el 15 de mayo de 1328, fue la primera carta aforada que el Rey otorgaba a los ferrones guipuzcoanos.

Algunas de las más nombradas fueron las ferrerías de Urdanibia y Aranzate, cuyos restos, todavía hoy se muestran altivos. La importancia de estas industrias las hacía estar dotadas, de casa- torre en cuya fachada destacaba el escudo solariego que daba nombre al lugar, denotando la importancia y el prestigio familiar. Dichas torres eran utilizadas para la defensa de las instalaciones industriales, que además de la propia ferrería, contaban, en este caso, también con molino, así como los canales, presas y demás infraestructuras propias de la traída del agua, líquido elemento que representaba la fuerza motriz de la ferrería.

En el caso de la de Aranzate, además de mostrarnos los restos bien conservados de lo que fue esta ferrería, se aprecian parte de los canales, la antepara y los arcos don de se ubicaban las ruedas hidráulicas, también a pocos metros de ella se levanta altiva la casa-torre en la que se aprecia en un primer plano el arco dovelado de la entrada y sobre él su escudo de armas que representa el linaje de la familia Aranzate. También se aprecian diferentes elementos defensivos: como son varias aspilleras o saeteras y un matacán.

Es digno de reseñar que tanto el escudo que porta la casa-torre de la ferrería de Urnanibia, sita en Jaizubia, como el del el antiguo hospital Sancho de Urdanibia, sito en la plaza del mismo nombre son heraldicamente idénticos al de Aranzate. Ligado al escudo de Aranzate, siempre aparece el apellido Urdanibia. En cualquier caso los Aranzate y los Urdanibia, figuran entre los apellidos más antiguos de Irun, fueron propietarios de varias casa-torre, representaron algunos de los episodios épicos que se relatan en la historia de Irun y se les cita como constructores de ferrerías, molinos y casas, formando parte muy activa de la vida social e industrial de aquella época.

Las actuales ferrerías tuvieron sus orígenes en las “Haizeolak”, construcciones rudimentarias que daban forma a pequeños hornos de cuba, para la reducción del mineral en los que apenas se alcanzaban la temperatura adecuada de fundición ofreciendo una masa pastosa como resultado de la colada. Se instalaban en los bosques, de donde obtenian el carbón, y cercanas a las regatas y a los cotos mineros, su mantenimiento era totalmente manual desde los fuelles utilizados para avivar la combustión, hasta la forja de la pastosa masa de mineral reducido. Su uso se extinguió paulatinamente, en torno al S. XIII, con la definitiva implantación de la fuerza hidráulica.

Fue en los siglos XIII y XIV, cuando se introdujo el uso de la energía de los ríos por medio de la rueda hidráulica. Esta nueva tecnología con la que a través de diferentes ejes de trasmisión se accionaban los distintos elementos de las ferrerías, aliviando el esfuerzo de los ferrones y aumentando el rendimiento y calidad de sus trabajos. La utilización de la fuerza hidráulica fue una autentica revolución industrial, comparable a la que supuso, siglos más tarde, la aplicación del vapor. La ubicación de las nuevas ferrerías en las orillas de los ríos, supuso la edificación de grandes estructuras y complejas construcciones de piedra sillar, que junto con la presa y sus canales de conducción de agua, por gravedad, suponían verdaderas obras de ingeniería para la época.

La adecuada ubicación de una industria de este tipo requería, además, de unas buenas comunicaciones que facilitaran el transporte, otras tres consideraciones, necesarias, a tener en cuenta, como son: estar cercanas a los cotos mineros que proporcionaban la materia prima a fundir, cerca de los bosques en los que se producía el carbón vegetal necesario para la combustión, así como de los ríos de los cuales se aprovechaba el caudal de agua como fuerza motoriz.

La corriente de agua se obtenía de uno o varios ríos, siendo conducida por canales, que la hacían llegar hasta una pequeña presa a través de la cual se regulaba el fluido del agua que se precipitaba desde lo más alto de la antepara sobre la rueda hidráulica. Esta rueda, estaba provista en toda su circunferencia de unas palas contra las que chocaba el agua ,que en su recorrido final era expulsada con fuerza por unas toberas que apuntaban directamente a dichas palas, consiguiendo así el giro o movimiento continuo, haciendo que se moviera el arbol de levas o eje principal el cual accionaba, a través de ingeniosos mecanismos de transmisión múltiple, cuantos elementos a él estuviesen conectados, como: los barquines o fuelles, el pesado mazo de hasta quinientos kilos, que daba más de sesenta golpes por minuto, etc.

Las ferrerías se mantuvieron en activo hasta la primera mitad del siglo XIX. Estas industrias se dividían en ferrerías "mayores", y ferrerías "menores" o tiraderas, Las mayores se encargaban de la reducción del mineral de hierro en metal, forjándolo luego en el mazo y transformándolo en gruesas barras, que se utilizaban para la elaboración de grandes piezas. Las menores partían de los tochos o barras de hierro los trabajaban estirándolos para convertirlos en barras largas y llantas que se utilizaban en la elaboración de herramientas menudas, herrajes, etc.

La de Aranzate, fue una ferrería mixta, pues disponía de dos ruedas hidráulicas, la “mayor” que accionaba el mazo y la “menor” que movía el martinete, permitiendo tanto la reducción del mineral como la elaboración del producto final, consiguiendo así grandes piezas y utensilios menores. Los dueños de estas factorías eran grandes señores del lugar que arrendaban las instalaciones a los ferrones para su explotación por un tiempo determinado, estos trabajaban todo el año si es que los meses de estío no se veían obligados a parar por falta de agua. Durante el periodo de trabajo el ferrón dejaba la ferrería únicamente el domingo por la mañana para asistir a misa. No se podía dejar que el horno se apagara, ya que ponerlo a punto era un trabajo muy costoso.

Los sistemas de reducción y fundición obedecian, tecnicamente, al conocido como proceso directo o "Forja Catalana". El mineral empleado, generalmente, eran los óxidos e hidróxidos de hierro, como la Hematites, rica en hierro 70% o la Goethita, respectivamente, ambos minerales abundantes en nuestros cotos mineros. Para la elaboración de algunos pedidos especiales se precisaba de la fundición de hierros elaborados en base a aleaciones con minerales traidos generalmente de Vizcaya. La intervención se realizaba en el "hogar", donde se preparaba la adecuada mezcla de mineral y carbón vegetal, en capas superpuestas y, a través de las toberas se aplicaba el aire que proporcionaban los barquines o fuelles, con los que se conseguía la necesaria insuflación, proporcionando el aumento de oxigeno en la combustión, alcanzando así mayores temperaturas hasta conseguir situarse por encima de los 1.300 grados con los que se obtenía una colada que daba un hierro que sin ser líquido, si era cada vez menos pastoso, aunque requería del posterior tratamiento de forja en el martillo. La operación de fundición precisaba de una parte química, realizada en el horno, y otra mecánica o de forja, realizada con el mazo. A través de la aplicación de nuevos métodos que se copiaban e importaban de lejanas latitudes, se conseguían evolucionar y mejorar las técnicas de reducción y producción.

La Ferreira de Aranzate contaba con una especial red de canales que le aseguraban un abundante caudal de agua, la energía hidráulica necesaria, se suministraba con la traída de agua por medio de tres canales, conectados a otras tantas regatas. El primero, recogía las aguas de la regata de Belbio, acercándolas por la misma linde que separa los caseríos de Ibargoyen y Ola. El segundo partía desde las inmediaciones del caserío Berroa, recogiendo el agua de la regata del mismo nombre y dando un gran rodeo la conducía hasta Irugurutzeta, donde empalmaba con el tercer canal que traía las aguas que aportaba la regata de Aiztondo, que disponía, arroyo arriba, de una presa que regulaba el caudal. Las aguas eran cunducidas hasta la ferrería, a la parte alta de la antepara. La longitud de estos canales rebasaba los dos kilómetros de longitud. Hoy se puede apreciar todavía, parte de sus trazados.

Tras el cese de actividades de esta ferrería en 1842, se aprovecharon todas sus instalaciones para convertirla en molino con el nombre de “Olako errota” mientras que el molino de Aranzate que seguía estando en activo en sus inmediaciones pasó a llamarse “Errotazar”, topónimo que ha llegado hasta nuestros días. Este molino viejo cesó su actividad a finales del S. XIX, mientras que el nuevo tuvo una exigua existencia pues, en 1870, se concedió autorización a la compañía de minas francesa “La Bidassoa” para transformarlo en lavadero de mineral, aprovechando el salto de agua. Instalación que tampoco duró demasiado, pues no aparece citada en el inventario de la memoria minera que se redactó en 1901.

La ferrería de Aranzate, se estima que estuvo en activo a lo largo de cuatrocientos años, desde el s. XV hasta la primera mitad del s. XIX, en que tras los descalabros de la primera Guerra Carlista, cesó su actividad, no siendo viable su recuperación ya que la competencia y el empuje de las nuevas técnicas de fundición hacían imposible su supervivencia. Habían hecho su aparición las modernas fábricas de fundición, precursoras de los primeros altos hornos que se implantaron en (Boucou-Bayona, 1882) y (Bolueta-Bilbao, 1883).


RICARDO BERODIA GORDEJUELA
IRUN, 2007

LA CASCADA DE AIZTONDO

LA CASCADA DE AIZTONDO


Este espectacular salto de agua se encuentra situado en el Parque Natural de Aiako Harria, termino municipal de Irun. Su acceso más cómodo es el que sigue la pista que parte del parking de Gorostardi al que se llega tras subir desde Irun por la carretera de Erlaitz. Esta pista transcurre por el coto minero de Meazuri y atraviesa los cinco túneles por los que se conducía el mineral en un pequeño tren de tracción animal. Posición: X 0599520, Y 4795482, Z 252.

Con sus más de cien metros de caída, es la cascada más grande de Gipuzkoa, contándose también entre las mayores de Euskal Herria. Esta formada principalmente, por la regata de Azpiko Iturria, a la que se le unen tres pequeños arroyos que nacen también, en la ladera norte de Aiako Harria. Estos son: Elurretxe, Aireko Soroa y Aireko Palazioa.

La particular geología que define el entorno nos brinda la intrusión del batolito granitico de la Peña de Aia fracturando la capa de cobertera formada por rocas paleozoicas, ello proporciona en su contacto, la formación de acuíferos naturales debido al alto índice de impermeabilidad tanto de las pizarras paleozoicas, como da la roca primaria, el granito, Estos depósitos cautivos, retienen grandes cantidades de agua de lluvia, que almacenan entre las dos capas rocosas, recargándose por filtraciones producidas en los puntos en que existen materiales permeables, llamadas zomas de alimentación. Estos acuíferos proporcionan de forma natural surgencias de agua, emanaciones que derivan en arroyos y regatas de caudal variable. Así es el nacimiento de la regata de Azpiko Iturria, que emana junto a la fuente del mismo nombre, Unas pequeñas surgencias de agua a ras de suelo, hacen brotar unos hilos del transparente líquido, que a los pocos metros forman ya un considerable arroyo que, tras atravesar la carretera bajo un bello puente de piedra, se desliza entre robles, monte abajo.

Estos cuatro arroyos pronto se convierten en dos, el de Azpiko Iturria, y el de Egiluze formado por la confluencia de los otros tres. Discurren separados entre sí por el monte Egiluze y tras superar este obstáculo, se unen ambos para atravesar el bosque contiguo, formando un sólo conducto, que con un mayor caudal de agua, se precipita, encajonado, por el barranco de Sarjiñola, labrándose su camino a través del duro granito La regata toma el nombre de Sarjiñola mientras atraviesa este paraje, cambiándolo por el de Meazuri cuando llega al coto minero del mismo nombre.

Aquí, en Meazuri, serpentea a través de un bello paraje, debido a la escasa pendiente que ofrece el terreno formándose un pequeño y estrecho valle. Se trata de un lugar especial, un entorno casi mágico, donde el frondoso bosque, las galerías y pozos de la mina, así como el camino por donde transitaba el antiguo tren minero, componen un marco incomparable. En tan idílico lugar, es donde se rompe el espejismo. De forma inesperada el valle se acaba y, un profundo corte, propiciado por una falla en la estructura del granito, precipita el agua 120 metros más abajo, no sin antes pasar por un “ojo” natural, formado por la erosión de la roca, dando lugar a nuestra espectacular “cascada de Aiztondo”.

La base de este salto de agua se encuentra al pie de la mole granítica del monte Azkain, junto a la galería de arrastre principal de Meazuri, hoy día convertida en túnel y utilizada para la traída de agua desde el embalse de Endara en San Antón (Lesaka). Se accede a a este lugar por una cómoda pista que parte de Irugurutzeta. Desde esta base arranca un estrecho sendero que, paralelo a la cascada, la remonta hasta Meazuri. A este angosto lugar, al que los rayos del sol no alcanzan desde el mes de Noviembre hasta Febrero, debido a su encajamiento en el barranco, se le conoce con el nombre de Uramildea. En el se aprecian viejas instalaciones mineras, hoy en ruinas.

Desde aquí, el curso de agua se abre camino por un estrecho y maltratado barranco, medio cegado por las muchas toneladas de piedra arrojadas sobre él, con motivo de la construcción de la pista superior para la canalización y traída de agua potable a Irun. Este lugar, conocido como barranco de Aiztondo, da nombre a la cascada y a la regata, que sigue su camino pasando junto a los hornos de calcinar mineral de Irugurutzeta, para atravesar más adelante, el bucólico valle de Meaka, del que se despide al llegar, al que en otros tiempos fuera ermita, hoy caserío de Artiga, y alcanzar por Osinbiribil su desembocadura en el río Bidasoa.


RICARDO BERODIA GORDEJUELA
Irun 2007

LAS NEVERAS DE MONTAÑA








La Nevera es una construcción estable, destinada al almacenamiento de grandes cantidades de nieve para su transformación en hielo, a base de prensarla para conseguir su conservación y su posterior uso en verano.


NEVERA DE SARGIÑOLA


Por lo general se encuentran ubicadas en las laderas sombrías de nuestros montes. No necesariamente en lugares excesivamente altos, ni abruptos. Sobre todo teniendo en cuenta que para su posterior uso y comercialización, había que bajarla a la ciudad y el medio habitual en la época era el carro tirado por bueyes o a lomos de caballerías. Para su construcción se cavaban grandes y profundos agujeros, algunos de los cuales contaban con canales de drenaje para el desagüe de la licuación. En lugares en que los montes estaban formados por rocas sedimentarias, se utilizaban cuevas y simas naturales, para tal efecto.

Se trataba, en definitiva, de excavaciones de planta más o menos cuadrangular, siendo sus dimensiones más comunes, de cinco a siete metros de lado y unos diez o más de profundidad. En algunos casos se aprecian restos de mampostería en su interior, dependiendo del tipo de subsuelo, siendo ello más común en los terrenos arcillosos. Suelen tener un pequeño levante o muro de piedra sobre el nivel del suelo en el que se asienta la cubierta que, en algunos casos, solía estar hecha con lajas de piedra superpuestas, proporcionando con ello un cierre semi abovedado. Este cierre que cubría los laterales y parte de la techumbre, trataba de proteger la nieve de los rayos del sol, la lluvia, así como del polvo y las hojas secas que removía el viento, dejando una pequeña abertura orientada, generalmente, al norte que servía de acceso, por el que descendían a través de una larga escalera. Otras, sin embargo, parecen ser que se tapaban, sin más, con anchas tablas cubiertas de ramas.

No son estas neveras exclusividad de nuestros montes, se encuentran a lo largo y ancho de nuestra geografía, se conocen varias en Aralar, Aztgorri, Izarraitz, Adarra, etc. Así como en otras provincias. Se les denomina, habitualmente, con el nombre de Neveras, y en el área de influencia del euskera se conserva el nombre de “Elurzulo”. También son corrientes a lo largo y ancho del Pirineo. Algunos estudios contabilizan unas trescientas en Euskal Herria. En Artajona (Navarra) había una en la que se podía leer: Hic seruatur byems ut sit moderatior aestas. (Aquí se conserva el invierno para que el verano sea más benigno). En los pueblos del prepirineo y de la meseta, donde las nevadas aran más asiduas y copiosas, no hacia falta construir las neveras en los montes, estando estas en los aledaños de los pueblos. Se trataba de unas construcciones exentas levantadas con piedras que formaban gruesos muros, alcanzando los seis metros de altura, siendo la forma paraboloide, la más común.

La utilización del hielo se remonta a épocas prehistóricas, donde se usaba para la conservación de los alimentos, aunque es desde la Edad Media, cuando se puede documentar ampliamente, siendo objeto de reglamentación en el S. XVII. Así lo recoge por ejemplo la Recopilación del Fuero de Navarra de 1685, donde cita que los navarros podrán recoger nieve e las “simas y lezeas” de los montes de Urbasa y Andia. La nieve helada se cortaba en bloques, con la ayuda de barras, hachas y sierras, izándose al exterior con un torno o polipasto, instalado al efecto. El transporte solía hacerse al anochecido o con las primeras luces del día, evitando siempre las horas de más calor.

En Irun, desde muy antiguo, inquietó a las autoridades locales la conveniencia de disponer de neveras en los montes del término municipal, así se desprende de una disposición realizada por el primer regidor de la Villa, quien recogiendo el sentir de algunos particulares y del estado eclesiástico, sobre la utilidad de construir una nevera para que no falte hielo, en una república como esta de tanto tránsito. Estas neveras, solían ser propiedad de los ayuntamientos y estaban enclavadas en terrenos comunales, cuya explotación se arrendaba a los interesados, pero también han existido neveras de propiedad particular. En Irun se construyó una de ellas por prestación personal a mediados del siglo XVII. (1)

Hoy contamos en nuestro término municipal con los restos medianamente bien conservados de cinco de estas neveras. Aunque quizás, pudo haber alguna más.

ARBURU
También conocida como Arburuko-Zabala. Situada cerca de Aranako Borda, paraje situado por encima del depósito de aguas de Arrizurreta. Es la más pequeña y peor conservada de todas, de planta cuadrangular, de tres metros de lado y unos seis de profundidad, aunque es muy difícil precisar el fondo pues todas ellas se encuentran con una densa capa de hojas y ramas en su interior, por lo que suponemos que de nuestra medición al fondo real, puede haber cierta diferencia. Pertenece, al igual que las dos siguientes, al barrio de Meaka. Posición: X 0599174, Y 4794957, Z 470.

SARJIÑOLA
Situada a medio curso de la regata del mismo monbre y sobre su ribera izquierda, en sus proximidades se conservan los restos de lo que fue la borda de Lutegi. Esta nevera se encuentra, casi en perfecto estado, conservando incluso la falsa cúpula de cubierta. Tiene cinco metros de lado y unos siete de profundidad. Es un ejemplo a salvaguardar y a restaurar para su conservación y el disfrute de ser visitada. Posición: X 0599083, Y 4794882, Z 433.

ELURRETXE
Se encuentra al pie de la carretera que de Irun conduce a la Peña de Aya, junto al parking del mismo nombre. Esta nevera conserva parte del apoyo de cubierta y sus medidas son, cinco metros y medio por siete. La profundidad supera los diez metros. Quizás sea, con la de Pikabea, la más conocida por todos y, cuyo nombre “Elurretxe”, se ha hecho extensivo al lugar Este topónimo que da nombre al collado y su entorno pudiera tener su origen, quizás, en los restos que se conservan, en un costado de la nevera, de lo que pudo ser una borda o casa de planta rectangular, de cinco por tres metros de lado, y de la cual sólo se aprecian sus cimientos. Dicha borda, prestaría servicio al uso relacionado con las labores propias de la nevera. Posición: X 0598572, Y 4794088, Z 496.


PIKABEA
Es la que está situada a mayor altura, perteneciente al barrio de Bidasoa por estar ubicada en la falda de Aiako Harria, al pie del camino que conduce a su cima, en el paraje denominado Aireko Soroa. Sus dimensiones son, seis por siete metros de lado y unos diez de profundidad. Esta nevera aparece citada en un plano de 1874 de la concesión minera “Las tres Coronas” propiedad de la compañía de minas, inglesa, “Spanih Hematite Iron Cº “ Mine San Fernando or Three Crowns, Glacìère Picavea.
Posición: X 0598532, Y 4794234, Z 509

URDIÑEGI
Esta nevera fue la última en aparecer, a pesar de la intensa labor de campo realizada, no fue facil dar con ella, debido a encontrarse dentro de una propiedad particular, cercada de alambre de espino. Sólo la perseverancia en la labor prospectora dio sus frutos tras largos paseos e incursiones por unos y otros terrenos.
El único dato cierto, con el que contábamos con respecto a esta nevera, era la existencia de un documento de principios del S. XVIII encontrado en el archivo de Irun en el se puede leer como, …Salvador Sein y Aldaco vecino del Valle de Oyarzun solicita permiso al Ayuntamiento de la Universidad de Irún par llenar de nieve la nevera que se halla en el paraje de Urdiñegui, y se ofrece a reponer todos sus defectos y dejarla corriente para lo sucesivo… (2)
Posición: X 0597311. Y 4794738. Z 384.

Otra cita similar aparece en el, acuerdo tomado el 15 de julio de 1714 por el Ayuntamiento de la Villa, …proponiendo la realización de una nevera en el lugar de Aldi, aportando para ello el consistorio, …dar gente por cabo de escuadra para el hoyo y demás faenas. Si Aldi es la contracción del topónimo Aldarearri?, estaríamos situados en la linde con Oiartzun, en la cabecera de la regata Talamaseko erreka. Pero lo que no parece evidente es que se llegara a construir dicha nevera, ya que el lugar carece de cualquier vestigio que lo acredite.

De todas las neveras citadas, la de Sarjiñola es la más representativa, constituyendo una muestra casi intacta de lo que fue en otros tiempos este laboreo relacionado con el aprovechamiento de los recursos naturales. Merece la pena ser conservada pues representa una muestra de arqueología industrial extraordinaria, que debería estar cuidada y catalogada como parte de nuestro patrimonio e incluida en itinerarios y guías de turismo.

Qué duda cabe que las neveras tuvieron gran importancia en otros tiempos, pues eran el único medio del que se disponía para la obtención de hielo en verano. El paso por Irun de personajes reales y otros viajeros ilustres propiciaba el aumento en el consumo de hielo. Así surgió un nuevo oficio o dedicación laboral, en la cual se integraban no sólo los arrendatarios y los que la trabajaban en el monte sino también los que la transportaban y se dedicaban a su posterior comercialización.

Con el paso del tiempo, la creciente demanda de hielo o nieve helada, se extendió a diferentes ámbitos sociales no sólo para el uso doméstico, en cuanto a la conservación de los alimentos o la obtención de agua fresca, sino que también se utilizaba, cada vez con mayor demanda, en los establecimientos públicos para la elaboración de sorbetes, limonadas, así como en grandes fiestas. El arrendador de la nevera de Hernani, en 1695, se vio obligado, por contrato, a obsequiar con una partida de hielo a los componentes del Alarde de Armas, del día de San Pedro, 29 de junio.

Es de destacar el acuerdo al se llegó, con motivo de los ceremoniales, celebrados en la Isla de los Faisanes, para la firma del "Tratado Internacional de la Paz de los Pirineos" ante el escribano de la ciudad de "Fuenterravía" el 18 de agosto de 1659, entre las autoridades del Consejo de Su Majestad (Felipe IV) y Francisco de Roteta, vecino de la villa de Hernani, quien se comprometia a la obligación de [...prover en cada día con la niebe necesaria para el abastto de la persona, cortte y séquito del Exmo. Señor Don Luis Méndes de Haro, que a benido atratar por la paz universal entre esta corona de España y la de Francia... ], [...y que por cada una libra de la dicha niebe se le aya de dar y pagar al dicho Francisco de Roteta seis cuartos que hasen maravedís veinte y quatro en vellón y la vez que faltare aquella tenga la pena de veintte ducados...]. 4.

Asimismo era también demandada por el cuerpo médico, que la denominaba “agua en polvo”, entre otros usos la utilizaban para bajar la fiebre, tratamientos de contusiones y otros tipos de hinchazones, así como para aliviar los dolores de cabeza y tratar las quemaduras.

Cuenta Luís de Uranzu en “Lo que el Río Vio” que durante los años de veraneo, en la Cote Basque, de Napoleón III y la emperatriz Eugenia, “…las neveras de la Peña de Aya conocieron inusitada actividad. Diariamente salía para Biarritz un vehículo cargado de hielo, convenientemente acondicionado en depósitos metálicos cubiertos con helecho”.

Lamentablemente, la rentabilidad y el encanto de estas labores de montaña se fueron perdiendo poco a poco empujados por el inexorable avance de la tecnología y la industria moderna. La vida de estos Elurzuloak o Neveras se extinguió definitivamente, en el siglo XlX. Así nos lo resume Serapio Múgica (3) en uno de sus legados: “…Irún contaba a principios de siglo con una moderna fábrica de hielo llamada Otziturri”.


RICARDO BERODIA GORDEJUELA
Irun, 2007




(1) Luís de Uranzu “Lo que el Río vio” pág.15
(2) A.M.I. E-8-1-22-2
(3) S. Múgica, Geografía del País Vasco Navarro (1916), pág. 496
(4) Col. de Documentos Ineditos para la Historia de Guipuzcoa, nº3 (1959)

Documentación acreditativa en el Archivo de Irun:
Nevera de Arburu: A-1-71 (1826)
Nevera de Sarjiñola: A-1-51 (1808) y A-1-74 (1828)